Tuesday, April 12, 2011

LA LLEGADA (Líneas escritas durante el viaje y recuerdos)

    Es 14 de Febrero de 2011 y acabo de coger un avión en Madrid que me llevará a Pekín. No ha sido fácil. Primero porque Lastminute no calculó bien el tiempo de transbordo. Te lo venden como un pack cerrado y crees que todo está bajo control: ¨ si tan solo me dan una hora entre vuelo y vuelo será porque da tiempo¨. ¡Pues no! Tuve que correr como una loca durante 25 minutos desde la terminal 3 a la 1, arrastrando mi equipaje de mano que excedía descaradamente los 10 kilos permitidos y un bolso de dimensiones exageradas que contenía todo aquello que la maleta no admitía. Segundo, porque cuando llegué al mostrador la chica ya se había ido. Creo que ese momento me  ha hecho perder unas cuantas horas de vida. No podía creer que después de todos los preparativos, las noches sin dormir y los problemas de estómago ocasionados por los nervios del viaje, me iba a quedar compuesta y sin vuelo. Sudando, cansada, alterada y sola. Sin embargo, en medio de mi desesperación vi que en el mostrador de al lado había una chica  ordenando algo. Tenía un cartelito en el bolsillo de la camisa con su nombre  y el logo de Air China. Así que la  menda lerenda puso toda la carne en el asador y sacó a relucir su mejor cara de ¨cordero degollado¨. Necesitaba que ese sentimiento de odio intenso con el que me recibió cuando le expuse el problema se convirtiera en compasión. Y así fue. Tuve suerte y salió corriendo para avisar a su compañera que estaba en la puerta disfrutando del cigarrito del desanso. Cuando me vió con la maleta y tuvo que apagar el cigarro para volver al mostrador, creía que un par de rayos exterminadores iban a salir de sus ojos y me iban a partir en dos. Pero al final, sin decirme ni palabra, me ha dado el billete y he podido embarcar.
    He leído cosas sobre Taiwán. En casi todos los sitios hablan de gente amable, risueña, pacífica, y dicharachera. La describen como la gran desconocida de oriente que además resulta ser muy buena entrada para los occidentales que nos aventuramos a conocer Asia. Se la conoce como la isla de ¨Formosa¨. Nombre que podría haber sido acuñado por catalanes o romanos. Sin embargo, fueron los portugueses los que allá en siglo XVI decidieron llamarla ¨la isla hermosa¨. 

    Los españoles también intentamos conquistarla. Llegamos en 1626 formando una gobernación dependiente de la Capitanía General de las Filipinas dentro del Virreinato de Nueva España. Taiwán nos interesaba como punto estretégico del comercio de plata que los españoles transportaban a Manila desde el puerto de Acapulco. Desembarcamos en el norte, con una estrategia planificada para expulsar a los holandeses que se hallaban asentados en el sur. Sin embargo, en esta ocasión no nos fue tan bien como en el mundial y, 16 años más tarde tuvimos que salir por patas debido a los constantes tifones, los enfrentamientos con los aborígenes y sobre  todo, por los holandeses .
    La verdad es que me alegro mucho de que nos expulsaran, ¡querían llamarla ¨la isla de Todos los Santos¨! ¡Adónde vamos a parar! No queda nada ¨cool¨ eso de poner en el facebook ¨ current city: isla de Todos los Santos¨. 


    Tras los holandeses, vinieron 200 años de dominación china y 50 años de control japonés, hasta que al fin de la II Guerra Mundial, Japón devolvió  la isla a China y se conviritió en el destino de dos millones de refugiados derrotados en la guerra civil China con Chiang Kai-shek a la cabeza. Así pasó a considerarse un país independiente con una dictadura que terminó con las eleciones del año 2000. ¡Sólo 11 años de democracia! Además, Taiwán tiene menos de la mitad de superficie de Andalucía y el triple de población ¿Cómo puede ser la vida allí?
     Intento dormirme, pero no puedo. La chica china que tengo al lado no para de mirarme. Me ha recordado mucho a un día que tuve que ayudar a la presentadora de chino a cortar una pieza para el programa InfosIdiomes de Televisiò de Catalunya. Ella, muy risueña analizaba cada centímetro de mi cara y me decía que le llamaba mucho la atención mi gran nariz. Cuando le rebatí diciendo que precisamente algunos amigos se reían de mi diminuto tabique nasal, me preguntó si podía ver con el ojo derecho la órbita del ojo izquierdo. ¡Por Dios! Sin duda, con eso me ganaba. 
    Y llegamos a Pekín sin sobresaltos. Dos horas de espera en el aeropuerto. Tercer avión. Tres horas de viaje con muchas turbulencias donde conocí a Alberto y Juanele, un par de madrileños con los que ahora me voy de marchuqui y por fin, Taipei. Por las cristaleras del aeropuerto se divisaba un cielo gris y la temperatura era bastante agradable. 

    Un conductor me esperaba en la puerta del aeropuerto con un cartel con mi nombre y un mercedes flamante con los cristales tintados y la tapicería de cuero. Como era de esperar, después de tanta carrera mi maleta se había quedado en Madrid pero no importaba. ¡Esto parecía comenzar bien!

1 comment:

  1. Me gusta muchízzimo...Mucho ánimo. Ya me he hecho seguidora de tu blog.

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